lunes, 17 de octubre de 2011

Reflexiones de un desencuentro teatral (parte 3)

Por Camilo Zaffora

Estas reflexiones fueron detonadas por el Seminario Internacional de Interpretación al que asistimos Jessica Walker y tres de sus actores en Noruega. Además de Jessica, dictaron sus clases dos maestras de teatro (una rusa y otra búlgara) educadas en el método Stanislavski. 

Konstantin Stanislanski

El esfuerzo no es un lugar sano desde el cual accionar. Ni en el teatro ni en la vida. El esfuerzo, el sacrificio y el intento desesperado por alcanzar algo tienen muy buena prensa en nuestro mundo, pero no son del espíritu. La disciplina y la disposición al trabajo son atributos de un actor/creador. Pero son disciplina y trabajo SIN esfuerzo. Una búsqueda en paz, gozosa y presente.

En el proceso que vivimos en Noruega, en las clases con nuestra maestra rusa se traslucía esa exigencia porque la escena “funcione”. La gran pregunta que quita el sueño a todos los teatristas del mundo: Como hacer que el teatro funcione. Las respuestas de nuestra maestra rusa estaban configuradas por la retórica stanislavskiana. Se proponía una improvisación de cuatro minutos, a la que seguían 20 minutos de análisis sobre qué había funcionado y qué no, qué había faltado, que deberían haber hecho los actores para que la escena funcione. Los comentarios de nuestra maestra rusa venían atravesados por conceptos tales como “circunstancias dadas”, “objetivos del personaje”, “motivaciones”. Con frecuencia, ella llegaba a la conclusión de que el objetivo de tal actor no estaba claro, no se mostraba lo suficiente, o no había concretado lo suficiente en su mente el porqué de sus acciones. Luego se reiniciaba la improvisación con la nueva información que haría florecer la escena, y la cosa salía muerta una vez mas (los actores ya estaban mental y físicamente agotados tras el análisis). Aquí, nuestra maestra rusa entraba en desesperación y pedía a los actores “motivaciones más fuertes” para sus personajes. En suma, pedía que hagan un esfuerzo para que pase algo.

En estos términos, la búsqueda de una escena puede llegar a ser angustiante. Una exploración a tientas, donde los actores prueban distintas acciones hasta dar con la que “funcione”. La cuestión era “qué hacer”. En el Laboratorio, el enfoque es radicalmente opuesto. La cuestión es “estar ahí”. Si te instalas en el esfuerzo para actuar, todo lo que hagas nacerá muerto. Puedes disfrazarlo de una acción enérgica, pero seguirá muerto. Si tú estás, todo lo que nazca estará vivo y será orgánico. La búsqueda misma estará viva.

En Noruega, Jessica mencionó en una clase: “cuando empiezas una improvisación, siempre existe el riesgo de que no pase nada”. Si no pasa nada en el escenario, NO PASA NADA. No hay castigo. Trabajar con miedo a que no pase nada, actuar desde el esfuerzo para que pase algo, cierra la puerta a que PASE ALGO de verdad.

Yannick Munch: Un actor laboratoriano en Bjorke (Noruega)

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