lunes, 14 de noviembre de 2011

Hamleti y la inocencia.


Por Orland Verdu

Primera parte del dossier de "Hamleti", el trabajo final de la generación 2009/2011 del Laboratorio Escuela de Expresión Corporal Dramática. "Hamleti" se presenta en la Sala L´Mono de Bilbao (Andres Isasi kalea 8.2). Viernes 25 y sábado 26 de noviembre de 2011 a las 21 horas. Dirección: Jessica Walker.


La inocencia es como una flor de loto en un cementerio de barro. Una virtud humana que desciende sobre nosotros cuando nos arrodillamos ante lo divino y nos sentamos en la tumba de nuestras pasiones. La inocencia es una rosa de espinas que se enrosca sobre el dolor hasta estallar en un aliento de vida primitivo: nos devuelve a la esencia de la naturaleza humana.

Hamleti es la encarnación de una inocencia que da frutos atroces y poéticos. La crueldad de las imágenes, terribles y delicadas, nos confronta con el conflicto de lo humano frente a la Historia. Somos inocentes por estar vivos aún cuando la muerte nos mancha las manos. Aún cuando nuestras dudas precipitan la caída de todo y de todos, la inocencia se impone como única salvación. No hay culpables en Hamleti, y si los hay lo son todos. Y por ello todos son inocentes. Sus protagonistas son almas inocentes, víctimas de un mecanismo histórico que se aniquila a través de su propia especie.

El poder se legitima a sí mismo a lo largo de la Historia. Tanto en la Dinamarca del siglo XVI, como en los despachos de nuestra época moderna, el poder se cobra sus víctimas. ¿Cómo escapar de esta sucesión de control, muerte y venganza? ¿Cómo ser justos en la injusticia? ¿Podemos seguir siendo inocentes en medio de tanta matanza a nuestro alrededor? ¿Proclamarnos inocentes y amar desde el corazón? El amor es incapaz de salvar a Hamlet de su misión final, del peso de su destino. Y su tragedia es la de toda la Humanidad en su marcha hacia un final más justo. Quizá nuestro gran error sea buscar la justicia cuando la única salvación –como hacen los personajes de Hamleti– sea proclamar la inocencia ante Dios y ante el mundo. La salvación es recuperar la inocencia del niño.

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